Suicidio. Un desafío pastoral

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Autor: Hans-Claus Ewen

Libro encargado por el Grupo de Trabajo de Duelo y Suicidio de la Alianza Evangélica Española.

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Descripción

(Fragmentos de la introducción)

La RAE define el suicidio como acto de «quitarse» voluntariamente la vida. Un sinónimo es inmolarse.

Los motivos que llevan a una persona a tomar esta decisión y llevarla a cabo pueden variar, pero tienen en común que existe algo que es más fuerte que el deseo normal y natural de aferrarse a la vida y seguir viviendo. En sentido positivo, un suicidio podría ser, por ejemplo, el máximo sacrificio que alguien hace por salvar o defender a otros, como sucede a menudo en las guerras. Los pilotos kamikaze de Japón, durante la Segunda Guerra Mundial, son un ejemplo histórico. En otros casos, es un acto para morir con honra, como en el Harakiri, que formaba parte del código ético de los guerreros Samurai también de Japón.

Se calcula que cada año un millón de personas cometen suicidio a nivel mundial, esto significa uno cada 40 segundos. La OMS lo considera un problema de salud pública.

(…) La iglesia, en términos generales, no se ha quedado fuera de estas situaciones. En los últimos años nos han llegado noticias del suicidio de pastores, sus esposas o sus hijos. Personalmente, conozco tres iglesias aquí en Alemania donde han habido suicidios. En mi tiempo activo como pastor, una hermana ya anciana un día me preguntó si la eutanasia era un pecado delante de Dios. Se refirió a casos en los que un enfermo sufría tanto que la muerte sería su mayor alivio.

A partir de ahora procuraré presentar algunas ideas sobre cómo una iglesia y su liderazgo deberían manejar el tema del suicidio, y daré un breve estudio de lo que podemos aprender a la luz de la Biblia.