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Comunicados

Retos y decisiones ante la pandemia de coronavirus

Por 30/03/2020abril 29th, 2020Sin comentarios

Introducción:

– Mi padre iba a ingresar hoy en la UCI. No va a poder ser.

Una mujer explica que estaba previsto que su padre, afectado por el coronavirus y con problemas respiratorios, entrase en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) ese día para controlar su patología. Esa misma mañana apareció una señora de 44 años grave y los médicos decidieron que la cama que quedaba en la UCI debía ser ocupada por esa persona y su padre tendría que esperar. Los médicos estaban aplicando un esquema de decisión como la escala de White, que define criterios razonables para situaciones como esta, pero son difíciles de asumir para quien se queda fuera de la UCI.

DILEMAS ÉTICOS EN JUEGO

Situaciones así, dramáticas, se van a repetir en las próximas semanas. Tenemos que comprender que no sólo corresponde a los médicos definir esos criterios de utilización de los recursos, sino a toda la sociedad (de hecho, eso es lo que propugna la escala de White), y para ello entran en juego necesariamente valores éticos. Sea como sea, cualquier escala de prioridades de este tipo debe estar sólidamente fundada, con criterios humanizadores, científicos y de racionalidad política; además, debe ser explicada con claridad, sin reserva alguna, haciendo partícipe a la población de las decisiones.

Al mismo tiempo, la pandemia nos pone delante otra encrucijada ética: Nos decidimos en su momento por un acceso universal y gratuito a la sanidad y eso supuso establecer una jerarquía de valores, en la que priman la igualdad de todos y el propio valor de la vida humana. Pero no ha sido bastante: la pandemia nos evidencia que no hemos invertido suficiente, por ejemplo, en camas de UCI; los recursos económicos son limitados y, si decidimos ahora recuperar la ratio de camas de UCI/100.000 habitantes, tendremos que detraer dinero de otra parte de los presupuestos generales del estado o incrementar los impuestos; ¿estamos dispuestos a pagar ese precio? En nuestra perspectiva como evangélicos sí, pero todo depende del nuevo valor que le demos a la vida, tanto la de los jóvenes como la de los ancianos.

Por otra parte, a los evangélicos nos alarma la cosmovisión economicista de la vida que varios responsables políticos mundiales están evidenciando en sus manifestaciones, en las que cuantifican el número posible de muertos solo en términos de oposición económica entre el coste por el empleo de recursos y los efectos de retroceso en la sacrosanta deidad del PIB y su crecimiento. Las personas tienen un valor intrínseco inmenso, no cuantificable, que debe estar por encima de esos cálculos.

Esta enfermedad está siendo un reto en muchos sentidos, nos devuelve preguntas que creíamos ya contestadas y nos obligará a replantear prioridades y conductas. Y no va a ser sencillo.

 

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