La Alianza Evangélica Española y el aborto como derecho constitucional

Resumen

Comunicado en el que, como AEE, expresamos nuestra opinión acerca del recientemente reabierto debate sobre el aborto, la terminología utilizada, y las consecuencias para quien decide recurrir al aborto inducido.

Madrid, 13 de octubre de 2025

Ante el reciente y reabierto debate en torno al aborto en nuestro país querríamos expresar:

  1. Nuestra postura como cristianos evangélicos ya ha sido previamente expuesta, y no la hemos modificado, pudiendo encontrarse en este link.

    Básicamente creemos que existe una vida humana desde el momento de la fecundación, y que plantearse acabar con ella sólo es éticamente admisible en caso de claro peligro de vida de la madre o de malformaciones graves que impliquen la inviabilidad para la vida del feto (embarazo ectópico, riesgo por complicaciones severas o vitales a causa del embarazo, otros…)

  2. Queremos denunciar que ante la legislación actual (ampliamente permisiva), se carece de una propuesta de alternativas a la mujer con embarazo no deseado como es la oferta de resolución de conflictos (laborales, de pareja, o de otro tipo) y de alternativas (adopción) dándose por hecho que el aborto es una salida sencilla y sin consecuencias.

  3. Nos consta que es frecuente que no se ofrezca una información adecuada sobre estos riesgos y efectos secundarios de la práctica del aborto para la madre, como es obligatorio en toda intervención ginecológica. En cuanto al debate del síndrome post-aborto, estudios científicos demuestran la existencia de depresión y otros síntomas psicológicos post-aborto inducido (*).

    Esto (unido al punto 2 anterior) supone que la elección de la mujer embarazada no se realiza de forma libre al no tener toda la información completa a la hora de decidir.

  4. Señalamos como absurdo e inquietante que en todo el debate en torno al aborto jamás se consideren los derechos a la vida humana que va a ser eliminada, y que debería participar en la balanza de pros y contras en dicho debate.

    Se da gran importancia a las vidas humanas trágicamente fallecidas en el conflicto bélico en Gaza o en Ucrania, pero ninguna a las aún más indefensas que se desarrollan en el útero materno (tampoco a la de los cristianos aniquilados en el mundo por su fe, el colectivo más perseguido globalmente por sus creencias, dicho sea de paso).

  5. Por todo ello condenamos la demagogia superficial al abordar el debate sobre el aborto e incluimos su terminología. Introducirlo como uno de los derechos sexuales y reproductivos es una paradoja, ya que en realidad se trata de evitar la reproducción. Hablar de interrupción voluntaria del embarazo es obviar que no se desconecta un interruptor, sino que se elimina una vida.

  6. En cuanto a proponer convertir el aborto en un derecho humano es un absoluto contrasentido. Pensar que es un derecho fundamental acabar con una vida humana es propio de culturas bárbaras más propias de la antigüedad.

    Todo aborto es un fracaso de la sociedad, un hecho doloroso para la mujer y quienes están cerca de ella. Supone en nuestra España en caída de natalidad una sociedad que camina a su extinción demográfica. No es un motivo para alegrarse porque se ejerza un derecho sino una causa de tristeza y preocupación.

    Como conclusión proponer incluir el aborto como un derecho en la Constitución española es demagógico, puesto que no existe matemática parlamentaria que permita aprobarlo y además es un contrasentido incluirlo en el artículo 43 que trata sobre la salud.

  7. En cuanto a tener un listado de profesionales sanitarios objetores del aborto, coincidimos con el Colegio Oficial de Médicos de Madrid y otros en considerarlo una lista negra a evitar.

    Supone un control no justificado sobre los médicos que deciden libremente objetar con el riesgo que esta lista de «disidentes» a la ley esté bajo sospecha de cómo se va a utilizar, por mucho que se diga que va a ser privada. La objeción de conciencia es un derecho fundamental que según la libertad de conciencia y religiosa protege de declarar sobre las propias creencias. Además la objeción de conciencia puede ser sobrevenida en ambas direcciones.

  8. Y finalmente, rechazamos la vinculación de la promoción y liberalización indiscriminada del aborto como «progresismo». Una sociedad como la española donde se acaba con más de 100.000 vidas humanas cada año no es en absoluto progresista por ello. Es una sociedad donde están fallando pilares de justicia social, de ética, de valores y de sentido de futuro, estando destinada a un porvenir incierto.


    Junta Directiva de la AEE


    (*) No son pocos los estudios que demuestran esta dura realidad; y, para no dejar dudas, el riesgo de depresión es superior en abortos inducidos en comparación con los espontáneos. Un reciente metaanálisis (revisión amplia de artículos científicos) concluye que «se deberían investigar y advertir los riesgos, daños y consecuencias en la salud mental, como la depresión, tras el aborto inducido».

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